Llevo años publicando libros de entrevistas que bien parecen confesiones. En el último libro “Darse a Luz. 7 madres .7 historias de amor”, entreviste a mujeres cuya la maternidad les cambió la vida. Lo interesante fue que las lectoras, después de pensar las historias de las entrevistadas pasaban, automáticamente, a la propia.
Este blog nació la idea de hacerles un lugar a todas. Pretende ser algo así como una charla de café entre amigas donde las confesiones, facilitadas por el anonimato, caigan una a una en este mundo virtual que también es carne, y complicidad y red que nos sostiene. Como las amigas.
Aquí va la primera confesión, la mía:
Acá estoy, en Buenos Aires, con mi marido y mis hijos de dos años y medio y de seis…y sin ayuda de nadie. La empleada se tomó sus merecidas vacaciones y yo pensé que sola iba a morir. Pero no, me entusiasmé limpiando la casa, paseando con los chicos, y sobre todo, poniendo la cabeza a descansar. No pienso en nada: el lavarropas, la comida, el “Cif” me hicieron olvidar de cualquier otra preocupación, y no está mal. Estoy disfrutando de esta falta de exigencias laborales y el tener la mente en blanco. Lo único que hago es leer muchísimo. O sea: estoy en Buenos Aires, sin ayuda, con los chicos y me siento de vacaciones, es algo realmente increíble. Por otro lado, estoy fascinada pensando que en menos de una semana vuelve la ayuda y voy a poder irme…sí, solísima: al cine, a estar con amigas, a arrancar con el trabajo que me invento año a año, ya que trabajo de manera independiente .
Ahora… ¿cómo es posible que pueda disfrutar tanto de estar en casa, con mis hijos y mi marido y, a la vez, esté fascinada con la posibilidad de salir de casa apenas llegue la ayuda? ¿Cómo es posible que necesite tanto de las dos cosas? ¿Estar fuera y dentro de casa? Contradicciones, ambigüedades, o no, será que puedo disfrutar de una cosa porque tengo la otra, y viceversa. No llego a darme cuenta cómo es esto, me pasa simplemente, y es un misterio.