viernes, 12 de febrero de 2010

Las madres se confiesan

Llevo años publicando libros de entrevistas que bien parecen confesiones. En el último libro “Darse a Luz. 7 madres .7 historias de amor”, entreviste a mujeres cuya la maternidad les cambió la vida. Lo interesante fue que las lectoras, después de pensar las historias de las entrevistadas pasaban, automáticamente, a la propia.
Este blog nació la idea de hacerles un lugar a todas. Pretende ser algo así como una charla de café entre amigas donde las confesiones, facilitadas por el anonimato, caigan una a una en este mundo virtual que también es carne, y complicidad y red que nos sostiene. Como las amigas.

Aquí va la primera confesión, la mía:

Acá estoy, en Buenos Aires, con mi marido y mis hijos de dos años y medio y de seis…y sin ayuda de nadie. La empleada se tomó sus merecidas vacaciones y yo pensé que sola iba a morir. Pero no, me entusiasmé limpiando la casa, paseando con los chicos, y sobre todo, poniendo la cabeza a descansar. No pienso en nada: el lavarropas, la comida, el “Cif” me hicieron olvidar de cualquier otra preocupación, y no está mal. Estoy disfrutando de esta falta de exigencias laborales y el tener la mente en blanco. Lo único que hago es leer muchísimo. O sea: estoy en Buenos Aires, sin ayuda, con los chicos y me siento de vacaciones, es algo realmente increíble. Por otro lado, estoy fascinada pensando que en menos de una semana vuelve la ayuda y voy a poder irme…sí, solísima: al cine, a estar con amigas, a arrancar con el trabajo que me invento año a año, ya que trabajo de manera independiente .
Ahora… ¿cómo es posible que pueda disfrutar tanto de estar en casa, con mis hijos y mi marido y, a la vez, esté fascinada con la posibilidad de salir de casa apenas llegue la ayuda? ¿Cómo es posible que necesite tanto de las dos cosas? ¿Estar fuera y dentro de casa? Contradicciones, ambigüedades, o no, será que puedo disfrutar de una cosa porque tengo la otra, y viceversa. No llego a darme cuenta cómo es esto, me pasa simplemente, y es un misterio.

7 comentarios:

danila dijo...

Muy bueno tu blog Mariana, se los voy a enviar a todas las madres para que charlen
Felicitaciones

Druida Perales dijo...

Mi prima,(por demás inteligente).
Será esa ambiguedad de la que hablas la que te permite ser tan objetiva como sensible?
Gracias por hacernos conocer -a todos tus lectores-, historias de vida dignas de identificacion!
Ojalá que mi propio miedo me deje vivir la mia con libertad.
Un beso enorme!
Sabri

P:D: No soy madre de hijos todavia, pero que gesto, gesto!

asiqueque dijo...

hola, mariu.
algun día quiero ser mamá y tener muchos hijos. al menos dos o tres. pero el año pasado trabajé cuidando a una nena de 11 meses. yo no sabía lo q era realmente dormir a un nene, hacerlo comer, bañarlo, cambiar pañales!!! quiero ser madre joven pero no tanto jajajaj, siempre me asombra la enorme responsabilidad que implica traer una criatura al mundo y tener que criarla. que ese ser -al menos inicialmente- dependa de vos y vos seas todo para él me resulta una idea asombrosa. no obstante, creo que hasta que yo no madure un poco eso no va a poder ser: cómo decirle a un niño qué hacer si nisiquiera yo sé cómo manejar mi propia vida?

Sandra Bras dijo...

Mariana, me encantó tu libro, en mi caso tengo hijos de 20 y 24, así que ya pasé todo lo que estás contando y es tal cual, ahora estoy pasando por otra etapa, que es más complicada, aunque para mi es mejor, podés charlar con ellos y hacer programas que cuando son chicos no podés, pero igualmente estás pendiente de ellos, auqnue ellos no lo sepan o no lo quieran.
Espero que tu próximo libro sea de madres con hijos grandes y el famoso "síndrome del nido vacío", te juro que existe.

Patricia dijo...

Mariu... festejo tu decisión de comenzar con este espacio.
se aprende a ser madre en el mismo momento en que los niños aprenden a ser hijos...

besos!

Calabazas en la Vereda dijo...

te felicito Mariana por crear un espacio mas, para las mujeres=madres.

Un beso Jacquie

Marcela Czarny dijo...

Mariana, estoy convencida que sí!!! se puede ser feliz con el CIF y los platos y.... con dejarle el CIF, los platos y los hijos a otra persona!!!!
Me parece que en cada caso, la felicidad pasa por otro lado: la primera, la sensación de apropiarse del hogar, de "limpiar" y "cocinar" nuestra propia familia y felicidad.
La segunda, claro, la segunda felicidad tiene que ver con la nafta que necesitamos para sostener la primera. Y tiene que ver con nuestro yo fuera de lo que es la familia.